Nos levantamos a las 7 como siempre, desayuno(todavía teníamos bizcochos, el paquete era tamaño familiar) y nos pusimos en ruta, solo nos quedaban 10 Km y 5 más a Santiago, cuando salimos no llovía pero hete aquí que según nos adentramos en la senda comenzo a llover y de que manera. Seguimos caminando, la lluvia era cada vez más fuerte, estabamos calados, fue una autentica pena no poder disfrutar de ese paisaje debido a la lluvia,lo único que deseabas era llegar y poder ponerte ropa seca.LLegamos a Labacolla,alli piensas que ya está muy cerca monte do Gozo,pero no es así, aún queda bastante o al menos a mi fue lo que parecío.
Encontramos a mi marido en un pequeño bar haciendo un descanso y tomandose un cafe, algo que agradecimos pues aunque frio no hacía estabamos tan mojados que la humedad se nos metía en los huesos.
Volvimos a emprender ruta, el último tramo es eterno, lo ves pero parece que no lo alcanzas nunca.
Por fín llegamos, una vez en el albergue instalados en una habitación con 8 literas que compartimos con los niños de Madrid y su padre, una buena ducha y cambio de ropa fuimos a comer y después subimos al monumento al peregrino, desde donde se ven las agujas de la Catedral, no las vimos estaba tan nublado que era imposible.
Mañana estariamos en Santiago, entraríamos por la puerta grande,su catedral y el Santo nos esperaban como esperan diariamente a miles de peregrinos que por diferente motivos llegan a Santiago en peregrinación.
Mañana era el gran día, mañana cumpliría mi promesa, en el cielo habría fiesta, una sonrisa y unas manos me arroparían,nos arroparían.